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Qué vagancia

sábado, diciembre 01, 2018

Diciembre 01

Si buenas...
Pues bien, hemos de actualizar esto.

Me levanté medio tarde, y con mucha pereza. Me acosté tarde leyendo un poco el libro del Círculo de la Sabiduría, que lo tenía medio abandonado, y encontré algo muy interesante que voy a poner aquí, al final del post, pues tiene algo que ver con el blog.

Sobre hoy, pues el día se manifestó lleno de posibilidades de las cuales al final no ocurrieron varias: ir al toque de Anderson, ir al Irish, ir al Centro. Opté por quedarme componiendo y bueno, ahora si ya voy a salir al BBC cerca a echarme una pola y a comprar algo en la olímpica para mañana echar bien bici. Lo que sí es que hice los cambios de toallas y de sábanas, aspiré, le cambié la arena a los gatos y limpié el baño, y lavé un montón de platos No cociné porque me dio mamera, pero al final tampoco pedí domicilios ni na'.

Y bueno, ahorita he estado engomado componiendo un tema que se me ocurrió, en Fa lidio b3, con una modulación extraña a La menor, y pues estaba pensando bien la armonía para volver a Fa menor, y ya cerré el círculo. Pensaba usar el tema completo como algo hoy, y tal vez la hubiera logrado si me hubiese centrado en componer antes, pero bueno, por hoy consideraré el haber hecho el esqueleto en hoja lider como un check del daily mark en cuanto a creación diaria. Después de todo, me he sentado a hacerlo, y también he actualizado el blog, aunque tarde, pero mejor que no hacerlo.

En fin, para poner lo del libro:

"(...) Con la reviviscencia del pitagorismo en los siglos II-I a.C., y I d.C. era natural asociar esa técnica a la práctica pitagórica de la rememoración vespertina, que Séneca observaba desde su juventud.

«Necesario es amoldar nuestros sentidos -dice en De ira-, endurecerlos, acostumbrarlos a todo; la naturaleza los ha formado para adaptarse. Quien los desnaturaliza y los corrompe es nuestra alma: por eso cada día hemos de pedirle cuenta de sus obras. Así lo hacía Sextio [pitagórico amigo y maestro de Séneca]: al fin de cada jornada, recogido ya en su dormitorio, interrogaba a su alma: ¿Qué vicio curaste hoy? ¿A cuál te resististe? ¿En qué te has hecho mejor? [...] Hermosa costumbre la de hacer cada día un examen de todas nuestras acciones. [...] Ésta es mi regla: diariamente me cito a comparecer ante mi tribunal. En cuanto se queda a oscuras mi aposento y mi mujer, que sabe mi costumbre, guarda silencio por respeto a mí, comienzo la inspección de la entera jornada, pienso en todos mis actos, repaso mis discursos. No disfrazzo, no adultero nada, no olvido cosa alguna» (III 36).

Envuelto en la oscuridad y el silencio de la hora, Séneca se recoge, deja que las huestes de la memoria salgan a la palestra de la conciencia en auxilio de la virtud. Es el momento de hacer un uidadoso repaso de los iconismos. Sextio, tan admirado por Séneca, insinúa una práctica de esa especie: «Gentes hay, ha dicho Sextio, que han tenido la suerte de verse en un espejo en sus momentos de ira. Espantados de su metamorfosis, no podían reconocerse. [...] Si pudiera el alma reflejarse en la superficie de un espejo, la imagen sería un horror» (De ira II 36). Precisamente, un espejo es lo que ponen ante el espíritu los iconismos.. Este espejo de Sextio hace decir a Séneca: «Serénese el rostro, suavícese la voz, modérese el paso. Poco a poco el interior se adapta a las manifestaciones externas» (ibid., III 13,2), lo que es prácticamente lo mismo que el «propongamos acciones laudables y encontraremos imitadores» (Ep. 95,66) en que consiste el iconismo."

Y bueno, a pesar de sentir pereza, lujuria y hambre, logré dominarlos un poco. No logré controlar la ira por el ruido de la gata, que no tenía la culpa al hacerlo, pero tampoco merecía mi rugido de impaciencia.

Eso es todo por el momento...
Vemos,
Suerte

Pems

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